La pila de
combustible convierte el oxígeno y el hidrógeno en electricidad
y agua, el sistema de control la gestiona, almacenándola en los
supercapacitadores o bien utilizándola directamente para la propulsión,
en los momentos en que el kart requiere la máxima potencia se
suman la energía de la pila más la de los capacitadores para obtener
picos de potencia. Los propios motores eléctricos funcionan como
frenos, regenerando energía en las frenadas.
El balance
y la gestión de esta energía es lo que marcará la diferencia cuando
llegue la competición.
Mientras,
el agua es expulsada a la atmósfera, como único residuo. Tras
6 minutos de carrera se producen únicamente 0,3 litros de agua
destilada.
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